Es realmente una delicia, levantarse temprano, casi cuando aún es de noche, y disfrutar del silencio. Escuchar algún despertador lejano, que no te incomoda, por lo poco que tiene que ver contigo. Algún coche despistado, que no se ha dado cuenta de que hoy, en Valencia, es fiesta; quizá regresa a esta hora....
Fue ayer, cuando terminaba mi última mochila con trapillo. En ese momento lo decidí. Siempre me gustaron los madrugones. Incluso cuando era para ir a trabajar, nunca me supuso un problema. Más bien, al contrario. Existe una paz que solo encuentras en estos momentos, de café con leche y galletas. Nada de desayunos románticos. Más bien lentos, pensativos, en ocasiones pesarosos, pero siempre amables.
Ya no tengo que levantarme para ir al trabajo. Sniffff...
Pero decidí que disfrutar de este momento, podía ser agradable; no me equivocaba.
La calma que precede a la tormenta, al barullo de toses mañaneras, a los ladridos cansinos y deliberados, llaves con músicas diferentes, pasos que no llevan a ningún lugar conocido.........
Hoy no es un día como los demás, voy a disfrutarlo!!
Os dejo, mis últimos bolsos, con la ilusión de siempre, y más zen que nunca
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